domingo, 19 de mayo de 2013

19

Me faltan voz y letras
para decirte
que quiero llenarte el pecho de infinitos.

Librar una guerra contra la soledad
haciéndote el amor,
y necesitar oírte para saber
el significado de la palabra paz.

Quiero que me encadenes a tu vida
para poder sentir y entender
la libertad.

Revolucionar tu corazón
susurrándote en la boca.

Que la palabra desahucio
solo exista referida
a la tristeza.

Ver mi vida
a través de tus ojos.

Lo que pasa
es que nos pasamos la vida
esperando algo
aunque tenemos la certeza
de que no va a ocurrir.

Me hablabas del amor
como si fuera utopía
que solo unos pocos alcanzan.

Hablábamos del amor
sin darnos cuenta de que eramos poesía.

Te hablaba del amor
sintiendo en silencio
cada latir de tu cuerpo.

Te hablaba del amor
mientras escribía
tu nombre en versos,
sin llegar a entenderlo siquiera.

Te hablaba del amor,
amándote,
sin llegar a entender
una cuarta parte de la primera letra.

Y ahora sé que el amor
no es echar de menos,
que eso empieza después,
y tú y yo ya nos echábamos de menos
antes de conocernos.

Me gustaría decir
que estos son los últimos versos que te escribo,
pero estos no son los más tristes
y menos aún los últimos.

Es cierto que escupo
un poco de ti,
en cada palabra que te escribo,
como una almendra amarga.
Hasta yo me sorprendo
cuando dejo de pensarte un rato.

El problema es
que nos imaginamos queriéndonos
demasiado,
y mi corazón ya no quiere
imaginar sin ti.
Es, que saliste de la nada,
hiciste del amor un arte,
una pirámide,
un poema,
una canción,
y luego te escondiste en los abismos
de la distancia que te ocultaba
antes de todo.

Hablábamos de amor,
tú, decías que nunca te habías enamorado,
yo, aunque me lo ocultaba,
sabía que esta vez
no iba a ser la primera.



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