Mirarte
fue poner toda mi vida
en tus manos.
Cuando supe tu nombre
ya habían estallado
miles de fuegos artificiales
en mi pecho.
Mirarte
fue entender a los poetas.
Mirarte
fue mi arte.
Después
llegaron todos los poemas.
Mirarte
fue entender el amor
porque amor
era mirarte.
Cuando preguntaban
por el amor
a mí
solo se me ocurría
llevarles a tu casa.
Pero los versos más tristes
se repetían todas las noches.
Me enamoré de ti
y nunca llegué a conocerte.
Que hay amor eterno,
porque hay cicatrices
que señalan vidas
y yo,
amor,
llevo tu nombre
a fuego en las entrañas.
Dicen que en la vida
se aprende a golpes,
y tú fuiste el golpe
más fuerte de mi vida.
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