Va por su camino
sin importarle las piedras,
dejando flores muertas,
amores desgarrados,
a su paso.
Más musa que nadie,
y lo sabe.
Va como dejando regalos abiertos
y desmenuzados,
astillando corazones.
Con los ojos de un azul
por el que el cielo llora en abril.
Y un pelo tan negro
como el abismo
por el que tantos amores precipita.
Es el verso más bonito
de todos los poemas.
La canción más hermosa de Sabina,
y las 500 noches de todos los poetas.
Cada sábado noche vuela
por el mismo paraíso,
descarrilando otras vidas.
Tiene una sonrisa
que es un problema para los lingüistas,
y una copa más para quien se atreve a mirarla.
A cada paso se enamora de sí,
pero no tiene la culpa.
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