Quizás nos hicimos demasiados poemas,
para haber disfrutado de tan poca poesía.
Quizás esa manera de echarnos de menos,
de repente,
sin conocernos,
no era más que amor
arrugado y medio muerto
antes de nacer.
Quizás nos quisimos demasiado
para no habernos besado.
Habrá que volar alto ahora,
o no
o yo que sé
darnos de bruces contra la realidad,
caminar un poco,
que la espalda de la imaginación
tiene que estar cansada de tanto
soportar nuestro peso y los berrinches.
A lo peor nos obcecamos demasiado
en olvidar
cuando solo hay que empezar a mirarlo todo
con otros ojos.
Es cierto que ya no podríamos volver,
porque ya no somos lo de antes,
pero tampoco tenemos a donde.
De todas formas
yo nunca supe explicarme
y tú nunca supiste entenderme.
El rencor no va a hacer
que volvamos a querernos,
ni a ser lo poco que nos dejamos ser
antes de dejar de serlo.
Esto es lo último que te escribo,
después de todo
he sabido explicar(te)
y resumir(te)
en 25 destrozos
llantos,
gritos,
o poemas.
Sueña bonito.
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