sábado, 1 de junio de 2013

23

Preguntabas qué pasaría,
si dejábamos de hablar,
si nos olvidábamos,
qué pasaría
si nos cruzábamos,
si nos enamoraríamos.
Y yo me moría por tener tu vida
en mis manos,
mi lengua ardiendo en tu piel.
Me pregunto cuanto tiempo tiene que pasar
para dejar de esperar que vuelvas.

Te odio por no querer quererme
cuando a mí no me cabía más amor en cada verso.

Tú eras mi poesía,
mi lírica,
mi delirio,
mi prosa,
mi balsa,
mi mar,
mi poema.

No me quiero imaginar
no terminar de conocerte nunca.
El corazón no acepta que esto
haya acabado,
que tú seas tú,
y no una parte de mí.
Que puedas enamorarte de otros versos.

Y me congelo de pensar
que mis manos hagan arder otras pieles,
y no la tuya.
Tú mientras vistes tu cuerpo con otras sábanas,
con otras pieles,
son otros ojos los que te observan desnudarte
sin quitarte la ropa.

Es inevitable que olvides todo,
que yo necesite olvidarte,
pero yo solo quiero que seas tú,
quien me destroce las corazas
antes de quitarme la ropa,
que me desnude solo con leerme,
quien me abrigue las heridas.

Y te odio porque no me quieres querer,
porque no vas a volver,
porque te refugias en otros cuerpos.

Y te quiero porque sigues siendo tú
entre todo lo demás,
más musa que nadie,
porque te quiero querer.

Siempre me gustaron las cosas difíciles,
improbables, imposibles,
huir en los mejores momentos,
escribir cuando más duele,
y tú me dueles siempre,
y te quiero y te odio,
y me rompo en cada letra que te escribo,
y que no lees.
Me angustia pensar que ya ni me piensas.

Que las cinco letras de tu nombre
 no van a follarse a las cinco del mío.

Y me duele saber que esto
es el fin de algo que no llegó a comenzar.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

sonrisas